lunes, 2 de septiembre de 2013

Aunque tienen menos de 13 años, se sienten adolescentes. Suelen estar hiperinformados.
Celia tiene muy fresca en su memoria la imagen de su nieta ‘Lalu’ cuando tenía 4 años, sentada junto a ella en el computador diciéndole: “Este juego no te lo voy a enseñar porque no lo vas a entender”. Guadalupe García, ‘Lalu’, hoy tiene 13 años. Está conectada las 24 horas, le gusta comprarse ropa con sus amigas y, como dice, “disfrutar de su presente”.
Inquieta, inteligente y con un look más que cuidado, ella representa a una generación que está cambiando la forma de ver el mundo: ‘la generación Z’.
“Es una generación que aún no comenzó su camino dentro del ámbito de las organizaciones –explica Alejandro Mascó, socio de Oxford Partners y autor del libro Entre generaciones, no te quedes afuera del futuro–. A partir de 2010 se habla ya de una generación a la que se denomina Alfa o Google Kids”.
En su mayor parte, ellos aún son criados por padres de la ‘generación X’ y podrían definirse como ‘hermanos menores’ de la ‘generación Y’, también llamados millennials, aquellos que nacieron entre 1980 y 2000 y que hoy ocupan posiciones de liderazgo en las organizaciones.
Pero a diferencia de estos últimos, ‘los Z’ son ciento por ciento nativos digitales, con lo cual no conciben la posibilidad de un mundo sin conexión ni respuestas al alcance de un clic.
“La ‘generación Z’ crece con las tecnologías con las que los adultos también se sienten cómodos, y de aquí se desprende una conclusión: la brecha generacional se acorta cada vez más”, plantea Marcó.
La firma internacional Milward Brown hizo una encuesta mundial entre varios miles de jóvenes de más de 70 ciudades, en 15 países de Europa, Asia y América del Norte y del Sur, que muestra que 50 por ciento de niños de entre 8 y 12 años están on line todos los días y 25 por ciento interactúan diariamente con sus pares de otros países. Esto los mantiene más informados y estimulados todo el tiempo. Hay menos espacio para el juego tradicional, como lo conocieron sus padres y abuelos, pero se abren otras formas de conocimiento que ya están impuestas. No hay tiempo para la discusión, y los adultos, a cargo de la educación de estos niños, tendrán que desperezarse, dejar de quejarse y ver la manera de comunicarse con ellos para no perder el contacto.
‘Un radar de lo nuevo’
Son jóvenes que manejan intuitivamente todos los lenguajes digitales. Impacientes y deudores de la inmediatez de la tecnología, no soportan esperar mucho y hacen varias cosas a la vez.
Por otra parte, deciden qué consumir, no buscan aprobación paterna y conocen el producto porque lo investigan. Convencen y suelen superar en información a quienes tienen el poder de compra. Así, el consumo a edades cada vez más tempranas llama la atención de especialistas en marketing.
“Son un radar de lo nuevo, de lo que aporte a su ‘reputación’ social en el grupo de pares –sostiene María Ximena Díaz Alarcón, directora de la consultora Trendsity, especializada en tendencias de mercado– (...). Buscan alejarse de lo que los ubique como niños pequeños”.
“Toda esta influencia en el consumo se produce en un contexto donde hoy hay más negociación en las familias respecto de las normas que en otras épocas. La ‘generación Z’ aprovecha esta circunstancia, ya que son también grandes negociadores”, agrega Díaz Alarcón.
Además de líderes de consumo, la ‘generación Z’ se caracteriza por su capacidad multitasking y la avidez por entrar rápidamente en el universo de los adultos.
“Mientras habla conmigo, tiene su iPad prendida y está chateando con el celular –dice Verónica Ferrari, mamá de Valentina Bruno, de 12 años–. Mi hija mayor, que hoy tiene 16, a esa edad solo estaba con el Messenger. Vanchu, en cambio, me bloquea en el Facebook y cuando le pregunto con quién chatea, me responde que no me importa”.
Mientras los niños están adquiriendo su propio celular cada vez a más corta edad, la televisión tradicional fue reemplazada por sitios de entretenimiento a demanda. Valentina y sus amigas, por ejemplo, organizan todos los viernes ‘noches de terror’ en la casa de alguna de ellas. Pero no ven las películas en DVD ni en la tele, sino en Internet. “Vemos series y películas en Netflix”, cuenta ella, y mientras responde a la pregunta, chatea con su celular y les muestra a sus amigas los mensajes.
Todas tienen a su vez un teléfono en la mano y están las 24 horas conectadas. Usan Twitter y WhatsApp para mensajearse y, cada vez menos, el Facebook.
Algunas claves que los identifican
Hiperconectados. El 50 por ciento de chicos de entre 8 y 12 años están ‘online’ a diario. Manejan todos los lenguajes digitales: celulares, tabletas, teles inteligentes y computadoras.
Impacientes. Hijos de la inmediatez de la tecnología, no soportan esperar mucho. Hacen varias tareas a la vez y todo lo chequean en la web.
Consumistas. Deciden qué comprar y conocen el producto porque lo investigan. Convencen y superan en información a quienes tienen el real poder de compra.
Límites, el camino indicado
No todos los niños responden a los mismos parámetros, ni todos los padres están desbordados por la revolución tecnológica. Martín Sobrino tiene 12 años y si bien a él le gusta estar conectado, también se dedica a la música y al juego con sus amigos. Su mamá, Valeria, cuenta cómo lo logra: “Martín no tiene celular. No es porque no lo quiera, sino porque no queremos aún que lo tenga -sostiene-. Tiene un iPod, pero yo le pongo el horario para conectarse a Internet. Todos vivimos conectados por nuestro trabajo, pero ponemos límites. Cerramos todo cuando llega la hora de estar juntos”, dice.
TERESA BUSCAGLIA
La Nación (Argentina)